Las fases de la adicción: Del uso al abuso hasta la dependencia
La adicción no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso gradual que avanza en fases, muchas veces de manera imperceptible. Lo que comienza como una forma de experimentar o integrarse socialmente puede, con el tiempo, convertirse en un problema mucho más profundo y destructivo. Reconocer en qué fase del proceso nos encontramos, o identificar estas fases en alguien cercano, puede ser clave para buscar ayuda antes de que la adicción se apodere de la vida de una persona.
Tabla de contenidos
Fase 1: Iniciación
El primer contacto con una sustancia adictiva suele ocurrir por curiosidad, presión social o simplemente por querer experimentar algo nuevo. En la mayoría de los casos, este primer consumo se da en un ambiente de ocio o fiesta, siendo el alcohol la sustancia más común para iniciar. Especialmente durante la adolescencia, es habitual que el consumo se vea como una forma de «pasar el rato» o «encajar» con el grupo de amigos. En esta etapa, la mayoría de las personas no ve el consumo como un problema. De hecho, es posible que ni siquiera se planteen las consecuencias a largo plazo.
Este primer contacto no necesariamente significa que todos desarrollarán una adicción. Muchas personas experimentan y no vuelven a consumir, o lo hacen de forma esporádica sin que esto afecte su vida. Sin embargo, para otros, esta iniciación es el punto de partida hacia algo mucho más complicado.
Fase 2: Uso
Tras la iniciación, puede llegar una fase de uso más regular de la sustancia. Aquí es donde el consumo comienza a convertirse en algo más frecuente, pero sigue sin tener un impacto negativo claro. Quizás empieza a ser parte de los fines de semana, de alguna comida o cena con amigos u otra actividad de ocio. En esta etapa, también es común que algunas personas prueben nuevas sustancias, aumentando la variedad y el contexto en que consumen.
Es importante aclarar que no todo uso lleva necesariamente al abuso o la adicción. En este punto, muchas personas se encuentran en lo que podría considerarse un «consumo controlado». Sin embargo, es aquí donde las primeras señales de advertencia pueden empezar a aparecer, especialmente en personas que, por su biología o circunstancias personales, son más vulnerables a desarrollar una adicción.
En esta fase es donde las primeras señales de advertencia pueden empezar a aparecer, sobretodo para las personas que son más vulnerables a desarrollar una adicción.
Fase 3: Abuso
El abuso ocurre cuando el consumo ya no es ocasional, sino más frecuente y problemático. En esta etapa, la persona empieza a consumir no solo por ocio o placer, sino también como una forma de gestionar emociones, escapar de la realidad o lidiar con situaciones difíciles. El consumo ya no se limita a fines de semana o momentos sociales, sino que puede darse entre semana, en momentos de estrés o incluso como una rutina diaria.
Uno de los signos más claros de esta fase es la normalización del consumo. Para la persona, es completamente «normal» tomar algo después del trabajo todos los días, o fumar para relajarse de manera habitual. Aquí ya se empieza a perder el control sobre la frecuencia y la cantidad de lo que se consume. Sin embargo, la persona aún puede no reconocer que tiene un problema, creyendo que «lo tiene bajo control».
Fase 4: Adicción
La última fase es la adicción propiamente dicha, cuando el consumo ya no es algo opcional ni recreativo, sino una necesidad. En esta etapa, la vida de la persona empieza a girar en torno a la sustancia o actividad adictiva. Si no consume, experimenta síntomas de abstinencia, como ansiedad, irritabilidad o incluso problemas físicos. Aquí es donde se manifiestan los daños más severos, tanto en el ámbito social y económico, como en la salud mental y física.
Las relaciones comienzan a deteriorarse, ya que la persona empieza a priorizar el consumo sobre todo lo demás. El trabajo, la familia, los amigos, e incluso las propias responsabilidades básicas, pasan a un segundo plano. Además, los problemas económicos se hacen evidentes, ya que mantener la adicción suele requerir cada vez más recursos. En esta fase lo más probable es que la persona sea consciente de su problema, pero siente que no puede parar, quedando atrapada en un ciclo destructivo.
Lo más probable es que la persona sea consciente de su problema, pero siente que no puede parar.
Recordando mi propio proceso de adicción, puedo identificar claramente estas fases. Empecé por experimentar, luego vino el uso más frecuente, y cuando menos me di cuenta, ya estaba atrapado en un ciclo de abuso que desembocó en la adicción. La negación jugó un papel muy importante, justificando y minimizando siempre mi consumo, hasta que finalmente todo giraba en torno a conseguir más.
Conclusión
El viaje hacia la adicción no es lineal ni igual para todos, pero las fases de iniciación, uso, abuso y adicción son comunes en la mayoría de los casos. Lo importante es ser consciente de en qué fase nos encontramos o dónde se encuentra una persona cercana, ya que identificar el problema a tiempo puede marcar la diferencia entre una vida dominada por la adicción o una oportunidad de recuperación.
Si te identificas con alguna de estas fases o crees que alguien cercano está atravesándolas, no dudes en buscar ayuda. La adicción es progresiva, y cuanto antes se actúe, más fácil será detener el ciclo. Si tienes alguna duda o te gustaría añadir algo a esta reflexión, te invito a que me lo hagas saber. Aquí estamos para aprender y ayudarnos mutuamente en este camino.