Las recaídas: Un obstáculo habitual en el camino de la recuperación

En el proceso de recuperación de una adicción, las recaídas son una realidad con la que tanto los enfermos como sus seres queridos pueden tener que lidiar. Aunque el objetivo final es mantenerse sobrio, las recaídas pueden suceder y no deben verse como un fracaso absoluto, sino como una oportunidad para aprender y seguir adelante con más fuerza. 

En este artículo, profundizaremos en los motivos que llevan a las recaídas, cómo afectan tanto al enfermo como a su entorno, y las estrategias para superarlas y prevenirlas.

Tabla de contenidos

¿Por qué ocurren las recaídas?

Las recaídas no suelen ser resultado de un solo evento, sino que muchas veces son el producto de una acumulación de factores. Algunas de las principales razones por las que una persona puede recaer incluyen:

  1. Falta de preparación emocional o mental: Durante la recuperación, la mente y el cuerpo pasan por un proceso de adaptación a la vida sin la sustancia. Esto puede ser agotador y, a veces, el enfermo no está preparado para enfrentar ciertos desafíos emocionales o situaciones de estrés, lo que puede llevarle a recaer como una forma de «escapar» de esos sentimientos.
  2. Entornos o personas desencadenantes: Es común que las personas en recuperación recaigan cuando se exponen a ambientes o personas que les recuerdan su vida de consumo. Puede ser un amigo con quien solían consumir o un lugar asociado a sus hábitos destructivos. Estas conexiones emocionales y sensoriales son muy poderosas y difíciles de romper.
  3. Autoengaño y relajación: Después de un tiempo sin consumir, algunas personas pueden llegar a creer que tienen control sobre su adicción. Este tipo de pensamiento, conocido como «autoengaño», puede hacer que se relajen y subestimen los riesgos, lo que aumenta las probabilidades de una recaída.
  4. Sentimientos de culpa o vergüenza: Irónicamente, el propio proceso de recuperación puede hacer aflorar emociones dolorosas como la culpa o la vergüenza, que empujan a la persona a recaer para anestesiarse de esos sentimientos.
  5. Falta de compromiso con la recuperación: Cuando el enfermo comienza el proceso de recuperación para complacer a otros en lugar de hacerlo por sí mismo, el riesgo de recaída aumenta. Al principio, puede iniciarse empujado por el entorno, pero si no se internaliza el proceso, es probable que la recaída ocurra. A mí mismo me ha pasado esto.

Lo que se siente al recaer

Para la persona en recuperación, una recaída puede traer consigo una oleada de emociones intensas. Al principio, puede haber un alivio momentáneo o una sensación de placer, pero rápidamente eso da paso a la frustración, la culpa y la vergüenza. La recaída suele percibirse como un retroceso, como si todos los avances hechos hasta el momento hubieran sido en vano. Estos sentimientos de fracaso pueden ser devastadores, afectando la autoestima del enfermo y llevándolo a pensar que no es capaz de lograr de dejar de consumir.

Impacto en el entorno

Las recaídas no solo afectan al enfermo, también tienen un impacto significativo en su entorno. La familia y los seres queridos pueden sentirse desesperanzados o frustrados. Es común que surjan sentimientos de traición o miedo, sobre todo si han pasado por ciclos similares en el pasado. Además, la recaída puede reactivar viejos patrones de codependencia o conflicto en la familia, lo que puede dificultar el proceso de recuperación conjunta.

¿Se pueden prevenir las recaídas?

Aunque no siempre es posible evitar una recaída, existen algunas señales de advertencia que pueden ayudar a identificar cuándo una persona está en riesgo de recaer. Algunos de estos indicadores incluyen:

  1. Cambio en los hábitos diarios: Si una persona comienza a abandonar las rutinas que le ayudaban a mantenerse sobria, como asistir a terapia, hacer ejercicio o seguir una dieta equilibrada, puede ser una señal de que algo no va bien.
  2. Emociones descontroladas: La acumulación de emociones negativas, como la ira, la tristeza o la ansiedad, puede poner en riesgo la estabilidad emocional del enfermo. Lo mismo ocurre con las emociones positivas, como la euforia o la alegría. Si no se gestionan adecuadamente, ambas pueden llevar a una recaída.
  3. Aislamiento: Si la persona comienza a alejarse de su red de apoyo (terapeutas, grupos de apoyo, amigos sanos…), puede ser una señal de que está volviendo a viejos patrones de comportamiento.
  4. Pensamientos de control: Creer que se puede «controlar» el consumo o que una pequeña cantidad no hará daño es una señal de peligro. La adicción es una enfermedad crónica y cualquier forma de consumo, por pequeña que parezca, debe considerarse una recaída.

Superar una recaída

Superar una recaída comienza con la aceptación de lo ocurrido. Es importante que la persona en recuperación entienda que una recaída no es el fin del camino, sino una oportunidad para aprender. Lo primero es volver al tratamiento lo antes posible. Es crucial retomar las sesiones de terapia, los grupos de apoyo y las rutinas saludables que se han dejado de lado.

El primer paso para superar la recaída comienza con la aceptación de lo ocurrido. Una recaída no es el fin del camino, sino una oportunidad para aprender.

Además, es fundamental trabajar en identificar qué factores desencadenaron la recaída. ¿Hubo una situación específica? ¿Se relajaron los límites de autocuidado? Estas preguntas son clave para prevenir futuras recaídas y ajustar el plan de recuperación.

Para los familiares y amigos, es importante recordar que, aunque una recaída es dolorosa, el apoyo y la comprensión siguen siendo esenciales. La condena o el juicio solo añadirán más presión sobre el enfermo y pueden dificultar su vuelta al camino de la recuperación. Aunque sea difícil, aceptar que la recaída puede formar parte de la recuperación es clave para ayudar y acompañar al ser querido.

Reflexión final

Las recaídas, aunque dolorosas, forman parte del proceso de recuperación de muchas personas. Es vital recordar que no son un signo de debilidad ni de fracaso, sino una oportunidad para ajustar el enfoque y reforzar el compromiso con la recuperación. Con el apoyo adecuado, tanto del entorno como de los profesionales, y trabajando en identificar las señales de advertencia, es posible superar una recaída y seguir adelante.

En mi caso personal, tuve que pasar por varias recaídas para poder recuperarme. Aunque fueron los peores días de mi vida (sobre todo la última recaída), me fue necesario pasar por ella. En cambio, otros compañeros no han tenido que recaer para recuperarse. Con esto no digo que se deba recaer, al contrario. Si te lo puedes evitar, mejor que mejor. Pero la recaída, si te vuelves a levantar y continúas, nunca es una derrota.

Si te lo puedes evitar, mejor que mejor. Pero la recaída, si te vuelves a levantar y continúas, nunca es una derrota.

Si tú o alguien cercano está lidiando con una recaída o temes que pueda ocurrir, busca ayuda. El camino hacia la recuperación es largo, pero no tiene que recorrerse solo. Aquí, el apoyo mutuo es clave para seguir avanzando.

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